Y es que aun cuando ya no importe, se hace imposible inhibir la contestación a la todavía cacareada atribución de la autoría del género al intratable y magistral Capote. La monumental antología de Walsh se crispa de premonición a la luz de los hechos que también se dispararon en 1956, año de su publicación original. Es el Walsh inmediatamente anterior al que despertó con Operación masacre. Uno que ha sido relativamente descuidado en razón de esa inexplicable bestia periodística en que se transformó después.
Aunque en principio, y dadas las garantías que supone la mirada del seleccionador, esta antología pueda entenderse como una puerta de ingreso privilegiada a un cierto “universal” sobre lo que corrientemente despachamos (o despachábamos) bajo el rótulo de “literatura fantástica”; y aunqu...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate