Montevideo sea acaso más lisboeta que ateniense, pero en los últimos años Grecia fue Uruguay. Fue también Chile, y fue básicamente Argentina. Grecia se convirtió, a mediados de los dos mil, en el país europeo que más lejos llegó en la aplicación casi ortodoxa de un recetario que incluyó el vademécum completo del neoliberalismo, al que muchos homologaron con el que se administró en América Latina en décadas anteriores. Con muy similares consecuencias: en sólo cinco años se multiplicó por tres el desempleo, por cuatro la miseria, 30 por ciento de la población quedó sin asistencia sanitaria, otro tanto sin vivienda, se desmanteló el ya débil aparato industrial, se privatizaron las joyas y hasta los bibelots de la abuela. Y la riqueza se concentró como nunca. “A Grecia se la exprimió hasta lo ...
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