Lugris, recientemente elegido como embajador en China, señala que un problema ambiental que tiene lugar en una parte del mundo “tiene una repercusión similar en otra parte” y eso hace que la mayoría de los temas ambientales tengan carácter global. “Algunos se padecen más localmente, pero tarde o temprano las afectaciones repercuten en la vida de los demás”, por lo que “a la hora de regular los problemas ambientales se requiere un ejercicio a nivel internacional”. Es por eso que la agenda ambiental “está más globalizada que otras” y las cancillerías “pasan a tener un rol muy importante a la hora de proteger el ambiente”. Ese rol, que definió como “diplomacia verde”, es “constructor de normativa” y, al igual que pasa con la agenda de derechos humanos, “es profundamente internacional”.
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