Leer/escribir. Cada vez más la crítica (literaria, artística, cultural) se aleja de los lectores o de los espectadores corrientes. Cada vez más se vuelve alimento paladeado algo autísticamente por pocos, condenados al encierro en una infinidad de pequeñísimos círculos concéntricos. Cosas de estos tiempos en que todo está “reconfigurándose”, palabra, se sabe, secuestrada por la informática. En esas transformaciones de fondo se esfumó el tiempo necesario para el diálogo sobre el libro tal o la pieza cual y las consiguientes notas aparecidas en la prensa. A fines del siglo XIX un libro o una obra de teatro podían provocar, a lo largo de varios meses, cuatro o más opiniones críticas en el mismo periódico. Luego creció la bibliografía, se diversificó la función cultural y, con ella, se ampliaro...
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