Eleuterio Fernández Huidobro fue siempre igual: un hombre de sentencias filosas. Sus declaraciones suelen tocar varias octavas que van de lo coloquial a lo intelectual, de lo confesional a lo melodramático, de la ironía a la invectiva. Ese ha sido el estilo que cultivó desde la salida de la cárcel, en 1985, y que en las últimas semanas volvió a colarse en los titulares de prensa, en ocasión de aludir a un informe sobre derechos humanos presentado por la organización Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) donde se sostiene que el ministro ha obstaculizado la investigación sobre los detenidos desaparecidos.
Primero el ministro dijo que “es falso lo que dice esa Ong, financiada por las peores fundaciones imperiales. Falso, no tengo información. Si Serpaj me autoriza a torturar por un mes yo capa...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate